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La
Política está destinada a dar
soluciones (y satisfacciones) al conjunto de la sociedad. En cambio, La Filosofía está para planteárselas. La Filosofía no resuelve problemas y la Política no plantea preguntas.
¿La
Filosofía enemiga de la Política?
Para
los actuales dirigentes políticos, parece que sí. La Filosofía es incomoda... con sus permanentes preguntas e irresolubles
respuestas. Persistentemente cuestionando; continuamente criticando; siempre
dudando. Todo por hacer; nada por acabar.
El
indagador de la Verdad es un obstinado
buscador. Siempre inquiriendo. Nada da por resuelto. Sabedor de su infinita
ignorancia todo lo critica y nada glorifica. El filósofo, que se aloja en
cuerpo de PERSONA, es molesto para los oficiales paladines de la
sociedad. Refirámonos a servidores de lo público. Sujetos incompletos, como PERSONAS disminuidas, pollos sin
cresta, saltimbanquis de la Moral y de
la Ética. Caterva de incultos con
diploma; lechuguinos pretendidamente ilustrados, pero sin idea de etiqueta. En conjunto,
sin integridad; en una gran mayoría, sin nobleza. Indignos corruptos, en una significativa
cantidad. No todos, pero sí una elevada minoría.
La
Filosofía es madre de la Política, como del resto de las
ciencias. Ella, hija descreída; petulante exterminadora de madre inquieta; de señora,
supuestamente, obsoleta. Hija mal criada; zorra organizando sociedades, dando
supuestas respuestas. Respuestas a mundos comunes. Actuado en "ilustres gestas". Formado brillantes civilizaciones; destruyendo ajenas.
Política y Filosofía parecen de distintas familias. Una, generala; la otra,
una desposeída. ¿Qué sería de la Política
si no existiese la Filosofía? No
todo es praxis y componendas. Las PERSONAS
somos filósofos en excedencia y somos su gangrena.
Visto
la incongruencia de nuestras equívocas y fugaces subsistencias, seamos Conciencia; seamos Ética; seamos Filósofos
de nuestras existencias. Así, de esta manera, daremos sentido a una vida más firme,
más justa y más plena.
Santiago
Peña