sábado, 1 de abril de 2017

LA FILOSOFÍA COMO ANTÍTESIS DE LA POLÍTICA


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La Política está destinada a dar soluciones (y satisfacciones) al conjunto de la sociedad. En cambio, La Filosofía está para planteárselas. La Filosofía no resuelve problemas y la Política no plantea preguntas.

¿La Filosofía enemiga de la Política?

Para los actuales dirigentes políticos, parece que sí. La Filosofía es incomoda... con sus permanentes preguntas e irresolubles respuestas. Persistentemente cuestionando; continuamente criticando; siempre dudando. Todo por hacer; nada por acabar.

El indagador de la Verdad es un obstinado buscador. Siempre inquiriendo. Nada da por resuelto. Sabedor de su infinita ignorancia todo lo critica y nada glorifica. El filósofo, que se aloja en cuerpo de PERSONA,  es molesto para los oficiales paladines de la sociedad. Refirámonos a servidores de lo público. Sujetos incompletos, como PERSONAS disminuidas, pollos sin cresta, saltimbanquis de la Moral y de la Ética. Caterva de incultos con diploma; lechuguinos pretendidamente ilustrados, pero sin idea de etiqueta. En conjunto, sin integridad; en una gran mayoría, sin nobleza. Indignos corruptos, en una significativa cantidad. No todos, pero sí una elevada minoría.

La Filosofía es madre de la Política, como del resto de las ciencias. Ella, hija descreída; petulante exterminadora de madre inquieta; de señora, supuestamente, obsoleta. Hija mal criada; zorra organizando sociedades, dando supuestas respuestas. Respuestas a mundos comunes. Actuado en "ilustres gestas". Formado brillantes civilizaciones; destruyendo ajenas.

Política y Filosofía parecen de distintas familias. Una, generala; la otra, una desposeída. ¿Qué sería de la Política si no existiese la Filosofía? No todo es praxis y componendas. Las PERSONAS somos filósofos en excedencia y somos su gangrena.

Visto la incongruencia de nuestras equívocas y fugaces subsistencias, seamos Conciencia; seamos Ética; seamos Filósofos de nuestras existencias. Así, de esta manera, daremos sentido a una vida más firme, más justa y más plena.


Santiago Peña


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