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La conciencia como eje vertebrador del pensamiento
La sociedad alienada no tiene conciencia de su propio existir
Por lo que es necesario contraponer, a esta tendencia “modernizadora”, una alternativa, presente en esta misma (confinada) sociedad, de una espiritualidad criminalmente velada pero no fenecida; que no puede prescindir de un elemento fundamental como es la denostada consciencia universal. Esa fuerza espiritual, única y transcendente; que emana de la misma naturaleza.
Por todo ello, no podemos renunciar a un origen común, mescolanza de vida (material) y espíritu. Aquella que da sentido a nuestra misma existencia; ayudándonos en una peregrinación comunal de destinos diferentes pero frecuentes; de vidas sufrientes pero con un objetivo común: perpetuar la especie humana, y si fuese posible, hasta el final de la mismísima vida. El tiempo corre y su consecuencia más preclara, como es la vida, se manifiesta: en invierno y en verano; de noche y de día. Por esta percepción la incuestionable unidad de la naturaleza y de la PERSONA debe ser considerada una premisa metafísica previa. Por lo que esta apreciación de carácter universal tiende a presentar una visión holística del universo, a la cual corresponde una gnosis y, así, un conocimiento superior. A consecuencia de todo ello, la multiplicidad deviene en la unicidad. Es decir: El universo, o multiverso (el conjunto de posibles infinitos universos), resultante es la convergencia de todo tipo de formas que conforman la unidad (o Uno). Por lo que, la suma infinita de formas es la resultante de una sola realidad y, por ende, de una única verdad.
La crisis espiritual de la PERSONA moderna
El vacío, ese vacío existencial, que se hereda de generación en generación es el trágico resultado de un mundo desacralizado y servil; quebradizo y pueril. De unos pueblos sin historia, sin nada en común, sin nada que celebrar y sin gloria, en fin.
De la modernidad líquida
Duda, escepticismo e incertidumbre
Tres principios, o manifestaciones, que marcan el devenir del tiempo presente: Ayer, no lo sé; hoy, es posible; mañana, imposible.